Luciano Pavarotti
El rey del DO agudo
Ochocientas personas en absoluto silencio dentro de la Catedral de Módena, Italia. Miles más en el exterior. El ensimismamiento durante el oficio religioso fue rasgado por una contundente ovación de pie, luego de degustar los acordes del Panis Angelicus de César Frank que recorrieron las paredes del templo interpretados por la voz de quien ya había expirado por última vez: Luciano Pavarotti, en compañía de su padre. Fue el último espectáculo multitudinario ofrecido por este tenor que logró la proeza de cantar nueve do agudos perfectos mientras debutaba en los escenarios norteamericanos en 1968 con La fille régiment de Donizetti. Desde los nueve años cantaba en una iglesia cercana a su casa y en los tiempos libres jugaba el fútbol, apasionadamente, con los otros niños del poblado. Más adelante, cuando llegó la hora de escoger una carrera, apuntó hacia la educación por consejo de su madre. Culminado el grado, entendió que su deseo era la música. Y llegó el ultimátum por parte de papá: tenía que hacerse un nombre antes de los 30 años, de lo contrario perdería el privilegio de refugio y comida que tenía en casa. En adelante, presencia en las óperas más aclamadas del globo, portadas y centimetraje en prensa, impacto masivo con Los tres tenores, un público enamorado de su voz... Luciano, ¡misión cumplida!
Aldemaro Romero
El Vivaldi venezolano
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Marcel Marceau
Los árboles mueren de pie
Rostro blanco de mirada triste. Un maltrecho sombrero del que nacía una flor. Todo el sentido de la música, la poesía, la psicología, el tiempo, la reflexión, la dulzura y tragedia humana en el alma de un personaje: BIP, encarnado por Marcel Marceau. Fuera de la caja de cristal que siempre envolvía al mimo en el escenario, se elevaba el hijo de un carnicero que murió en Auschwitz, mientras el muchacho participaba en la resistencia francesa contra las fuerzas nazi. Eran judíos. En medio del dolor por la pérdida de su padre, otra pena embargaba al artista: “Entre esos niños asesinados quizás estaba un Einstein, un Mozart, alguien que hubiera descubierto una droga contra el cáncer. Por eso tenemos la gran responsabilidad de amarnos los unos a los otros”. Tristeza y ternura que alimentaron un sentido del humor agridulce en sus montajes. BIP, como reflejo de la historia del hombre, comunicó e inspiró introspecciones sobre la miseria, la violencia y el encanto de los detalles más pequeños en la existencia humana. Marceau ha partido, pero como historiador del presente, testigo y testimonio de nuestra vulnerabilidad permanece BIP en la memoria colectiva de la segunda mitad del siglo XX para decirnos: Shhh... He aquí el silencio...
Lorena Rodríguez Morales - Publicado en la Revista ¡claro! Nro. 49 del domingo 30 de diciembre de 2007 - http://www.claro.com.ve/
1 comentario:
La ida de Aldemaro fue una gran pérdida. Yo como pianista siempre llego su música conmigo y Quinta Anauco siempre es una de las preferidas del público. Incluso llegué a interpretarla con mucho orgullo en el Instituto Cervantes en Viena y luego hace dos meses en Canadá. Esa pieza está en mi blog porque es infaltable. Es el tributo que puedo rendirle a uno de los grandes de la venezolanidad.
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